He oído que la Junta de Tratamiento, desaconsejó la salida de la cárcel de este preso porque no se arrepiente, sin querer justificar a este preso, pues obviamente no es un santo, lo que está claro es que ahora al igual que muchos otros infractores, él se siente víctima del sistema y de una sociedad que lo ha tratado con distinta vara de medir y no le ha dado al menos una pequeña oportunidad de poder cambiar. Si a pesar del incomprensible secretismo, se está llevando a cabo programas de justicia restaurativa con infractores terroristas para que se arrepientan, pidan perdón y así puedan de esta forma obtener beneficios penitenciarios, por qué nadie nos permite preocuparnos por estos otros presos. Realmente el sistema tradicional de justicia, lo que suele hacer a menudo es que el preso lejos de comprender sus delitos y el daño causado, sienten que ellos son los perjudicados y por eso suele ser normal que cuando salen de prisión, lo hagan incluso con más odio, por eso estoy segura que sería hora de que este hombre y muchos otros que de verdad quieran cambiar su vida, tengan una oportunidad de hacerlo, puesto que además tienen el mismo derecho que otros presos y para más inri sus delitos son menos graves.
En muchas ocasiones, la última hace poco y de boca del Ministro de Interior, se dice que se va a reformar el código penal (una vez más, qué raro…) para castigar la reincidencia, pero lo que realmente debería hacerse es dar una oportunidad a estos infractores para que asuman su responsabilidad y reparen el daño de forma voluntaria, si consienten y participan, muy probablemente habremos reinsertado y rehabilitado a una persona convirtiéndolo en un hombre nuevo. Otro tema, es si una vez tomado parte en un proceso restaurativo, el preso o infractor continúa delinquiendo, por supuesto que en este caso, todo el peso de la ley deberá recaer sobre ellos.
Pero es que yendo un poco más allá, y pensando no ya en el protagonista de esta columna sino en sus victimas, me pregunto que si el hecho de que lleve tantos y tantos años en prisión, las habrá servido para sentirse reparadas del daño…tengo muchas dudas, muchísimas.
Estoy completamente segura que si a muchas de estas víctimas, además del tiempo transcurrido, les ofrecemos tomar parte en un proceso restaurativo con Miguel Montes accederán de forma gustosa ¿por qué? Porque van a poder decirle a este señor cara a cara todo el daño que sufrieron por su causa, y su dolor por fin va a ser respetado. Además van a ver directamente si en verdad, este señor se arrepiente de forma real y si es digno de obtener esta tan mencionada segunda oportunidad. Porque este hombre ya ha pagado con creces, su deuda con la sociedad y no podemos permitir que esta deuda se haga vitalicia. Este es un claro ejemplo de cómo el estado y el sistema se ha adueñado del conflicto, dejando fuera a las víctimas reales. No es el estado, la víctima directa y sin embargo, se comporta como tal y de una forma realmente vindicativa, está haciendo que la deuda que este preso tenía, se convierta en perpetua.
En lugar de esta actitud, la Justicia Restaurativa facilita una única pero importante oportunidad para que si un infractor tiene la voluntad de cambiar y de vivir de acuerdo a las normas, nos mostremos compasivos y podamos perdonarlos.
Por supuesto que en este proceso, tendrían papel no solo importante sino vital sus victimas. Solo así estas personas podrán superar el delito que sufrieron y ver si verdaderamente el arrepentimiento de este infractor es verdadero. Y respecto de este preso y otros similares, podrá volver a la sociedad sin que el estigma de haber estado en prisión recaiga sobre ellos como una losa imposible de quitarse.
Y por supuesto que la comunidad indirectamente afectada podrá sentirse más segura pues con un preso reincidente que haya querido cambiar el rumbo de su vida, es más que suficiente para que esta seguridad y tranquilidad de todos nosotros, sea un poquito más grande.
Me gustaría concluir recordando que cuando alguien comete un delito existen victimas directas e indirectas de este hecho, y el estado castiga el ilícito penal pero este estado no debe olvidarse nunca que no es la víctima sino sólo un instrumento para favorecer la reparación de estas personas perjudicadas y la reinserción del infractor, si es que es posible.
Reitero que si en delitos tan serios y graves se está permitiendo ( al menos eso parece) procesos restaurativos, cosa que alabo y me parece fantástico, siempre que se haga con las debidas prevenciones, ya es hora que la legislación nos permita hacer de forma oficial y más legal estos procesos restaurativos con todas las victimas e infractores que quieran participar, porque estos procesos si se hacen de forma voluntaria, sin coerción de ningún tipo y por expertos, producen muchos beneficios independientemente de la clase de delito de que se trate ( ya sea más o menos grave).
Con una legislación sobre esta materia, los que ya trabajamos en ello dejaríamos de depender de la buena voluntad de jueces y fiscales, recibiríamos apoyo económico más digno por nuestro trabajo y lo que es más importante no vulneraríamos el principio de igualdad pues cualquier ciudadano podría tener acceso a programas de justicia restaurativa si así lo desean, con independencia del lugar en que se encuentren. Solo así dejaríamos de oír y hablar de estas situaciones tan anómalas, irregulares e injustas.