Y para lograr esto solo existe una fórmula: buenos diseños, excelente distribución, telas aceptables y mano de obra de muertos de hambre. Y esta mano de obra esclava, donde toda la familia incluidos los niños trabajan jornadas laborales de dieciocho horas, en un hacinamiento insoportable y en unas condiciones de salubridad inexistentes, se halla en estos países: Pakistán, Bangladesh, India, China, Marruecos, etc.
Pero eso sí, lucimos de manera desenfadada los modelitos de Zara, Mango, H&M, Marks&Spencer y otros, todos los que utilizan estos talleres textiles infrahumanos.
¿Quién pagará por estos homicidios imprudentes? Como es habitual en estos casos, nadie.
Lloramos las pérdidas humanas mientras nos ajustamos una faldita de lo más coqueta y en un cuya costura interior hayamos una etiqueta, y en letra minúscula: HECHO EN PAKISTÁN.